Hace muuuuuchos años, en un reino muuuuuuuy lejano, que…¿sabéis como se llamaba? Villalocos! En este reino, había un castillo muy, muy grande, pero también había un pueblo lleno de casitas pequeñitas y granjas, donde vivían muchas familias y animales. Aunque últimamente había llegado alguien que no le gustaba a nadie, hace poco había llegado una dragona muy grande, todo el mundo la veía volar por el cielo y siempre llevaba cara de enfadada. La gente del pueblo le tenían mucho miedo, y no se acercaban a la dragona, ¿sabéis? Cuando la veían, huían y corrían a esconderse. ¡Es que era taaaaan grande!
Un buen día, vieron que la dragona, se había comido todos los animalitos del pueblo, las ovejitas, las vacas, las cabras, los conejos y hasta las gallinas! Y cada vez que la dragona sobrevolaba el pueblo, ¿sabéis que se oía (ruido de pedo, otro ruido de pedo exagerado) y la gente tenía más miedo aun. Porque sus pedos olían muy mal y salía humo negro. Pero, ¿sabéis que? Que la gente del pueblo, tenia tanto miedo que decidieron que tenían que matar a la dragona. Y lo hablaron en secreto y dijeron, ¡HAY QUE MATAR A LA DRAGONA! ¡HAY QUE MATAR A LA DRAGONA!
La dragona vivía en una cueva en lo más alto de la montaña, vivía solita. ¿Pero sabéis quien vivía cerca de allí también? ¡Jordina!
Jordina era una valiente guerrera de muy buen corazón y que le encantaba hacer el bien, siempre le gustaba ser buena con todo el mundo y no permitía que nadie hiciera el mal ante sus ojos. Cuando Jordina se enteró de que el pueblo quería matar a la dragona. ¿Sabéis que hizo?
Reunió a todas las niñas y los niños del pueblo y crearon el ejercito de la paz. Les explicó que la dragona en realidad no era mala, que ella solo quería hacer amigos y todo el mundo siempre se escondía de ella. Así pues, las niñas y niños y la guerrera Jordina hablaron con todo el pueblo y los convencieron para reunirse con la dragona en la cueva, y así ella pudo decirle a todo el mundo lo que pensaba: “Yo solo soy una pobre dragoncita que no sabe cocinar, por eso me comí a los animalitos, porque cada vez que iba al pueblo a hablar con alguien, todo el mundo se escapaba de mi. ¡Pobre de mi! ¡Pobre de mi! Yo solo quiero que alguien me enseñe a cocinar.”
Finalmente, el pueblo le pidió perdón a la dragona, y le dieron las gracias a Jordina, a las niñas y a los niños por ser tan valientes y hacer el bien. Aprendieron que:
-Hay que ser valiente y siempre hablar de lo que nos pasa.
-Las cosas se deben hablar y preguntar, en vez de pegar, burlarse y hacer daño a los demás.
Ser valientes y hacer el bien. 😉